PANDEMIA

Establecer una codificación sanitaria clara facilitaría el tratamiento de pacientes de COVID-19 persistente y sus secuelas

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Partículas del virus SARS-COV-2 (en amarillo) infectando células (azuladas) aisladas de un paciente y vistas a través del microscopio electrónico de barrido con corrección de color. NIAID

Entre el 10% y el 20% de las personas que han pasado la COVID-19 arrastran sintomatología semanas o meses después de la fase aguada de infección.

Redacción BurgosNoticias 
27/11/2021 - 11:53h.

Pese a que la incidencia del coronavirus está bajando en España, sus efectos siguen presentes. No solo en pacientes que sufren ahora la enfermedad, sino entre aquellos que, aún meses después de padecer la fase más aguda de la misma, siguen arrastrando algún tipo de sintomatología. Ellos son los afectados de las secuelas del coronavirus y el denominado COVID-19 persistente, y representan entre el 10% y el 20% de las personas que ya han pasado la enfermedad.

Caída del cabello, fiebre, dolores de garganta, fatiga, disfunción cognitiva o disnea son algunos de los síntomas más comunes de los pacientes del síndrome postcovid, que, a falta de una codificación sanitaria clara, ven pasar los meses sin una respuesta clara y unificada por parte del sistema sanitario.

"El problema de base reside en que todavía no se sabe por qué persisten estos síntomas y en la ausencia de un tratamiento. Por ello queremos recordar la importancia de invertir los recursos y esfuerzos necesarios en establecer una codificación sanitaria para que los centros hospitalarios puedan gestionar mejor sus recursos" explica Ruth Cuscó, directora gerente de ASHO.

Hasta ahora, ante la falta de un consenso, prosigue la experta, los diferentes centros hospitalarios "han tratado los síntomas presentados por el paciente y no la enfermedad en si". Para poder concretar este aspecto se debe continuar investigando para ver si se tratan de respuestas inmunes, respuestas inflamatorias alteradas o casos en los que el virus quede en un reservorio y se vaya reactivando y provocando una serie de síntomas que van cambiando con el paso del tiempo.

Una lucha por etapas

Desde la perspectiva del paciente, sufrir COVID-19 persistente o secuelas de este, supone un largo camino, en la mayoría de los casos frustrante, dividido en etapas. La primera suele ser viajes constantes por diferentes especialistas, desde neumólogos o digestivos hasta medicina interna y cardiología.

"El paciente entra luego en un punto en el que debe luchar mucho para que se le reconozca la enfermedad. Y después, de conseguirlo, seguir peleando para que se le aplique un tratamiento diferenciado. Y aquí es donde entra en juego la codificación, ya que, con ella, esta enfermedad se detectaría mucho más rápido y se ahorraría tiempo a todas las partes", detalla Cuscó.

En el caso de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la etimología otorgada a esta enfermedad es bastante incierta, considerándola una condición que se presenta en personas con antecedentes probables o confirmados de coronavirus, que se manifiesta tiempo después con síntomas variados más de dos meses y que no puede explicarse por un diagnostico alternativo.

En esta parte entra en juego también la confusión que genera las secuelas del coronavirus y la COVID-19 persistente, entendiendo la primera simplemente como las consecuencias fruto del daño de los órganos durante la fase aguda de la enfermedad y que, a diferencia de la segunda, van recuperándose, en la mayoría de los casos, poco a poco.

En lo que respecta a las secuelas de la COVID-19, el Ministerio de Sanidad establece codificaciones más genéricas al no existir todavía un diagnóstico claro y unificado. Estas son J94.8, otros problemas pleurales especificados, y B94.8, secuelas de otras enfermedades infecciosas y parasitarias especificadas.

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