El estrés térmico reduce el rendimiento en ejercicios de resistencia, pero puede potenciar esfuerzos de corta duración. FNEID ha informado de un incremento del 50% en las altas de usuarios respecto a agosto de este mismo año. Ajustar la intensidad y entrenar en las horas adecuadas son claves para mantenerse activo sin sufrir los efectos del calor
Llega el buen tiempo y, con él, la motivación para ponerse en forma y retomar hábitos saludables. Sin embargo, las altas temperaturas también plantean un reto: ¿cómo mantener la constancia en el ejercicio sin comprometer el bienestar físico o la motivación? El calor no solo agota, sino que también afecta directamente al rendimiento, especialmente en deportes de resistencia.
Un estudio de Jesús Martínez-Sobrino, doctorado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, explica cómo el estrés térmico incide en los diferentes dominios de intensidad y duración. Durante esfuerzos de intensidad moderada a severa, el calor acelera la aparición de fatiga, en gran parte por la deshidratación y el agotamiento del glucógeno muscular. En cambio, en actividades de duración muy corta y máxima intensidad, puede incluso mejorar el rendimiento gracias a una mayor activación neuromuscular y disponibilidad energética.
Esta dualidad obliga a adaptar las rutinas, no solo para proteger la salud, sino para evitar la presión de rendir igual que en otras estaciones. "El verano puede ser un gran momento para enfocarse en el bienestar general y no tanto en los resultados. La clave está en entrenar con consciencia, ajustar expectativas y priorizar la salud", explica Jesús Blanco, Master Trainer de Brooklyn Fitboxing.
Una de las soluciones más adoptadas por los usuarios es el entrenamiento en espacios cerrados. De hecho, la Federación Nacional de Empresarios de Instalaciones Deportivas (FNEID) ha informado de un incremento del 50% en las altas de usuarios respecto a agosto de este mismo año, un mes tradicionalmente de temporada baja en el sector.
Este dato sugiere una mayor estabilidad en la base de usuarios a lo largo de todo el año, incluyendo los meses estivales, lo que no solo permite disfrutar del gimnasio sin las aglomeraciones propias de otras épocas, sino que también contribuye a que el flujo de usuarios no se reduzca drásticamente durante el verano.
Estos espacios ofrecen confort térmico con actividades dirigidas como funcional, pilates o fitboxing ganan protagonismo en verano al ofrecer confort térmico, rutinas seguras y un entorno libre de exposición solar, facilitando así la adherencia al ejercicio incluso en plena ola de calor.
Un ejemplo claro de este enfoque integral es Brooklyn Fitboxing, una de las principales cadenas internacionales especializadas en esta modalidad. Sus sesiones combinan actividad cardiovascular, coordinación, fuerza y una experiencia inmersiva que motiva a los usuarios a superarse en cada clase:
Lejos de ser un obstáculo, el calor puede convertirse en una oportunidad para reconectar con la actividad física desde un lugar menos exigente, más amable y sostenible. El ejercicio no solo es una herramienta para estar en forma, sino también para cuidarse, liberar tensiones y mejorar el estado de ánimo. Y eso, incluso en verano, sigue siendo esencial.
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