RUTAS CASTILLA Y LEÓN

La Ruta de Carlos V por Castilla y León

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Los 24 municipios españoles en los que pernoctó el emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico en su último viaje con destino al monasterio de Yuste (Cáceres) se han unido en un proyecto común denominado Ruta de Carlos V.

Redacción BurgosNoticias 
11/06/2018 - 10:09h.

El emperador desembarcó el 28 de septiembre de 1556 en Laredo (Cantabria), para, siete días después, iniciar su recorrido hacia el Monasterio de Yuste, donde llegó el 5 de febrero de 1557 tras más de cinco meses de viaje.

Las localidades que están incluidas en esta ruta celebran actos como mercados medievales o recreaciones de su viaje. La ruta se inicia con la llegada del monarca a Laredo en barco a la Playa de la Salvé.

 

Foto: Spain.info
Foto: Spain.info

En 1556, España fue testigo de un simbólico viaje. El emperador Carlos V desembarcaba en Cantabria para recorrer 550 kilómetros aproximadamente hasta el Monasterio de Yuste, en Extremadura, donde se retiraría y moriría tras 40 años de un reinado histórico.

 

En el siglo XVI, cuando España era la máxima potencia mundial, Carlos V tras abdicar llega con más de 50 buques acompañado por un impresionante séquito con el que emprendió un viaje por Cantabria, Castilla y León y Extremadura hasta llegar a su retiro en Yuste.

El recorrido

La ruta comienza en Laredo (Cantabria) donde se produjo el desembarco y donde hoy se alza un simbólico busto del emperador. En Cantabria paso por Colindres, Limpias, Ampuero, Rasines, Ramales de la Victoria y Soba.

La Ruta de Carlos V en Castilla y León comienza en la localidad burgalesa de Agüera, que se encuentra en las faldas de la Cordillera Cantábrica.

Aquí llegó la tarde del 8 de octubre de 1556 el emperador. Agüera pertenece a la Merindad de Montija, y está localizada al norte de la provincia de Burgos. Hoy es un pequeño pueblo que conserva un tramo de calzada y puente romano. Cuatro fueron las leguas que Carlos V tuvo que sortear para llegar desde Agüera a Medina de Pomar.

La visita a Medina de Pomar descubre uno de los pueblos más bellos de Castilla y León. Su casco urbano conserva el sabor medieval, circundado por murallas de las que se mantienen varias puertas, y en él destaca el Alcázar de los Velasco, declarado Bien de Interés Cultural. Se trata de un castillo del siglo XIV con dos severas torres almenadas que se unen por un cuerpo central más bajo. Levantado por Pedro Fernández de Velasco y su esposa, actualmente alberga en su interior el Museo de las Merindades.

El Monasterio de Santa Clara, fuera de las murallas y del siglo XIV, el Hospital de la Veracruz, junto al anterior, o la iglesia de Nuestra Señora del Rosario son otros de los monumentos que se pueden visitar. Sin olvidar la parroquia de Santa Cruz, el convento de San Francisco, que hoy acoge un restaurante, o el de San Pedro de la Misericordia. Pero otras muchas ermitas, casas solariegas y palacetes abordarán al turista cuando llegue a esta villa.

El emperador, dirección hacia Pesadas de Burgos, atravesó los caminos de Puente Arenas en la segunda semana del mes de octubre, un pueblo que se formó en torno al puente que atraviesa el río Ebro. De origen romano, actualmente consta de dos partes: la antigua, que data del siglo XVI, y una moderna que se añadió en 1885. La iglesia de San Pedro de Tejada es lo más representativo de este pueblecito.

Antes de llegar a Pesadas el emperador dejó su huella en El Almiñé, situado a los pies de la famosa calzada medieval del Pescado. Es uno de los muchos pueblos que a lo largo de la ruta sorprenden por el buen estado de su arquitectura popular.

Pesadas de Burgos fue el siguiente municipio donde descansó el emperador, hacia el 11 de octubre. Aquí hizo noche con su corte para dirigirse más tarde a la ciudad de Burgos. En este municipio de apenas 15 habitantes, a unos 50 kilómetros de la capital, el viajero podrá hacer una parada en su ruta y disfrutar de la calma y del sabor de un pueblo de la comarca de los Páramos que simula haberse parado en el tiempo. Lo más representativo es la iglesia parroquial de San Miguel.

 

Después de haber descansado en esta localidad, el Emperador emprendió rumbo hacia Burgos. Antes pernoctaría en Hontomín, ya el día 12 de octubre. La casa donde durmió Carlos V se encuentra en los alrededores de la iglesia de San Lorenzo, de estilo románico.

 

A las puertas de la ciudad de Burgos la población de Villimar, un pueblo que hoy está integrado en la capital, dará la bienvenida al que realice la ruta. Sin pasar por alto su iglesia parroquial y los restos de su torre - castillo, se entra en la ciudad de Burgos.

La riqueza artística y monumental más que probada de Burgos, no resta importancia a algunos hitos que marcan la presencia del emperador en la ciudad en 1556.

Tres días permaneció en Burgos Carlos V, del 13 al 16 de octubre, visita que quedó plasmada en el arco de Santa María, del segundo tercio del siglo XVI. Fue la puerta de entrada de la muralla que circundó la ciudad, reformado y adornado con torrecillas en el mismo siglo, quedó dedicado a Carlos V. En él están representadas las figuras del emperador y de otros personajes ilustres del entonces incipiente reino de Castilla. Esta visita fue la última que el hijo de la reina Juana la Loca realizará a Burgos.

El monolito que se encuentra a la entrada de Celada del Camino avisará al viajero del siguiente hito de la ruta, un pueblo al que llegó Carlos V el 16 de octubre de 1556. Carlos V pernoctó en el palacio donde años antes vivió su madre, Juana la Loca, y que hoy se encuentra en manos privadas. Lo cierto es que el emperador siempre tuvo una predilección especial por esta villa donde concedió diversos derechos a la familia Castro.

 

Palenzuela es la primera villa de la ruta por tierras de Palencia. Aquí descansaría por la noche para dirigirse a la mañana siguiente hacia Torquemada. Un rico patrimonio abordará al visitante que se acerque a la villa, fruto de un próspero pasado que también tuvo sus altibajos. La iglesia de San Juan Bautista, el convento de San Francisco, lo que queda de Santa Eulalia y de su castillo son algunos monumentos que hoy se pueden visitar.

 

En su último viaje el emperador llegó a Torquemada. El puente de veinticinco ojos sobre el río Pisuerga, obra de Diego Gómez de Ciniega, ofrece una de las más bellas panorámicas de la villa. Un pueblo construido en piedra y adobe, donde se aprecia el trazado medieval en las calles principales. En la calle Mayor todavía permanecen en pie las casas de Juana la Loca, madre de Carlos V y la del insigne escritor José Zorrilla. De su patrimonio monumental destacan la ermita de la Santa Cruz, junto al cementerio y la iglesia de Santa Eulalia. La ermita es románica, aunque guarda reformas del siglo XIII. Por lo que respecta a la iglesia, se construyó entre los siglos XVI y XVIII y cuenta con una portada renacentista, trazada por Juan Gutiérrez del Pozo y realizada por Martón de los Cuetos en 1647.

Camino de Dueñas, Carlos V atravesó las tierras de Venta de Baños y, con toda probabilidad, una de sus paradas la realizó en la Iglesia de San Juan de Baños, en el término de Baños de Cerrato, una pedanía de Venta de Baños. La noche del 18 de octubre de 1556 Carlos V pernoctó en Dueñas, localidad de la que saldría para llegar a Cabezón de Pisuerga, ya en Valladolid, el 20 de octubre.

La villa de Dueñas, en la provincia de Palencia y en pleno Canal de Castilla, aparece como un conjunto de singular belleza. En el límite de la comarca del Cerrato y la Tierra de Campos, sus iglesias, el monasterio de la Trapa y los numerosos hallazgos arqueológicos corroboran lo dicho.

La llegada a Cabezón de Pisuerga sería para el emperador uno de los momentos más emotivos de este su último viaje. Allí conocería a su nieto, Don Carlos, un 21 de octubre de 1556. En esta localidad vallisoletana destacan la iglesia de Santa María de la Asunción, del siglo XVI.

La Ermita del Cristo de las Batallas y el Monasterio de Santa María de Palazuelos, a unos tres kilómetros y dentro de un paraje de inusitada belleza junto al río Pisuerga. Se suma el puente, una de las señas de identidad del municipio, de origen romano y que se sustituyó en la Edad Media por el actual, reformado en el siglo XVII.

Valladolid fue una de las ciudades donde mayor tiempo permaneció el emperador en su último viaje. Allí decidió quedarse desde el 22 de octubre hasta el 4 de noviembre.

Cuentan los escritos que el día 4 el séquito emprendió rumbo hacia Extremadura y Carlos V comió en público. Poco después se despediría de su hija, de su nieto y de sus hermanas con grandes muestras de cariño.

Durante su estancia en la capital del Pisuerga, Carlos V se albergó en el antiguo Palacio Real, hoy Capitanía General. Un magnífico edificio, frente a la iglesia convento de San Pablo, que mandó construir el secretario del emperador, Francisco de los Cobos.

El mismo 4 de noviembre de 1556, tras abandonar Valladolid, el emperador Carlos V llegó a la villa de Valdestillas, que se encuentra en la vega del río Adaja y que cose el antiguo puente romano, hoy reconstruido con ladrillo y piedra ya que fue arrasado en 1812 por los franceses en la batalla de Arapiles. Del conjunto, sobresale la iglesia de Santa María del Milagro, la ermita del Cristo del Amparo, en cuyo interior se guarda la escultura de un Cristo del siglo XVII, copia de Gregorio Fernández.

Medina del Campo, cuyo Castillo de la Mota sobre un altozano comienza a dar la bienvenida al visitante, acogió la llegada del séquito imperial el 5 de noviembre de 1556, un grupo que se alojó en la casa del cambiante Rodrigo de Dueñas. Hoy el palacio se encuentra a las afueras de la villa y se conoce como la Casa Blanca, una mansión renacentista de recreo de éste que fue consejero de Hacienda de Carlos V.

De orígenes romanos y árabes, la villa alcanzó su máximo esplendor en la Edad Media, cuando su Feria de Mercados se convirtió en una de los más importantes del mundo. Hoy su castillo de la Mota, una construcción de ladrillo rojo del siglo XV, la Plaza Mayor, núcleo neurálgico de la ciudad, la iglesia de San Antolín o el Palacio Testamentario la convierten en uno de los conjuntos histórico artísticos más bellos de la provincia de Valladolid.

Horcajo de las Torres, al norte de la provincia de Ávila vio llegar al emperador el 6 de noviembre de 1556. El pueblo fue una importante villa en el siglo XII. Ya en 1250 la iglesia de San Julián y Santa Basilisa fue consagrada por el obispo de Ávila, lo que demuestra su poder. El esplendor de Horcajo se vio frenado en 1700 con la destrucción total del pueblo, en la batalla entre las tropas del futuro Felipe V y del archiduque Carlos de Austria.

Para llegar a Peñaranda de Bracamonte, ya en la provincia de Salamanca, hoy en día hay una carretera de 35km. Peñaranda se mantiene fiel a su pasado comercial, de hecho, el tradicional mercado de los jueves, con orígenes en el siglo XV, se sigue celebrando. Un paseo por las plazas de Martín Soler, la de la Constitución y la de España, la visita a la ermita de San Luis y al monasterio de las Madres Carmelitas saciarán la sed turística del viajero que se acerque a la villa.

El siguiente punto donde hizo parada el séquito del emperador fue Alaraz. Aquí llegaron el 8 de noviembre, para ir poco a poco abandonando las tierras salmantinas ya en la zona más meridional de la comarca de Peñaranda. Carlos V encontró un pequeño pueblo de vastos prados salpicados por ganaderías bovinas, principal motor económico de la zona Una de las joyas monumentales de Alaraz es su iglesia, construida entre los siglos XV y XVI y en la que predomina el estilo gótico sobre construcciones de otras épocas. El altar mayor lo preside la Virgen de las Nieves, patrona del pueblo. En las afueras se puede visitar la ermita del Cristo del Monte, que acoge una imagen de la segunda mitad del siglo XVI atribuida a Bernardino Pérez de Robles.

La casa parroquial de Gallegos de Solmirón, en Salamanca, fue testigo de la noche que Carlos V pasaría el 9 de noviembre en la villa. La iglesia de San Juan Bautista, que data del siglo XV, y la ermita de nuestra señora de Gracia Carrero, patrona de la villa, son visita obligada.

 

En sus últimos días por las tierras de Castilla y León el emperador atravesó las tierras del Barco de Ávila, hacia el 10 de noviembre de 1556. La última localidad de la ruta de Carlos V a su paso por Castilla y León. Ubicada en los alrededores de la Sierra de Gredos, se trata de una población con un magnífico puente románico del siglo XIV sobre pilares romanos, hasta el s. XIX conservó en su parte central una torre que destruirían durante la Guerra de la Independencia las tropas francesas. A él se suma la iglesia de la Asunción, que sufrió reformas en el siglo XIV, aunque se eleva sobre trazas del siglo VII. Dentro de la iglesia está el museo parroquial, donde se pueden contemplar piezas de orfebrería, monedas, tallas y lienzos religiosos. Pero sin duda, uno de los elementos que más llama la atención es la torre de 25 metros, conocida como la del reloj, pues aquí hubo uno durante mucho tiempo que hoy está en la Casa del Reloj. Entre las joyas monumentales del Barco de Ávila está su castillo, desde donde se contempla una de las mejores panorámicas sobre el río Tormes. Aunque se edificó en el siglo XII, se reconstruiría entre los siglos XIV y XV. De esta época data la torre del homenaje. La ermita de San Pedro, del siglo XVIII, la Casa de los Balcones y la Plaza Mayor están acordes con los restos de la muralla de esta villa que, a pesar del tiempo, conserva su sabor medieval.

 

La última etapa comienza en Cáceres. Allí, Jarandilla de la Vera, sobresale por su Parador de Carlos V, un palacio lleno de historia en el que el monarca se hospedó. A 9 kilómetros, la ruta finaliza en Cuacos de Yuste, en cuyo Monasterio y Palacio anexo  pasó sus últimos días Carlos V.

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