El congreso federal del PSOE celebrado en Sevilla marcaba el inicio de la cuenta atrás hacia la celebración de las primarias autonómicas que precederán al congreso del PSOE de Castilla y León previsto el 22 y 23 de febrero en Palencia. A la vuelta de Navidades, el 7 de enero se abrirá el plazo para la presentación de candidaturas a la secretaría general, sin que, a esta fecha, su actual titular, Luis Tudanca, haya desvelado sus intenciones al respecto.
Lo que está claro es que, al margen de lo que decida Tudanca, habrá al menos una candidatura alternativa, que era lo que se pretendía reventar el pasado octubre con esa convocatoria exprés de primarias desbaratada fulminantemente por la dirección federal. Tras la tempestad que siguió a ese bronco desencuentro, con un Tudanca desatado contra el aparato de Ferraz, la calma, aunque chicha, se ha ido imponiendo y en este clima se ha llegado al cónclave de Sevilla, que ha confirmado la devaluación interna del todavía secretario autonómico.
Y no ha sido porque el PSOE de Castilla y León haya perdido peso en la nueva Ejecutiva Federal, que, en contra de lo que se ha dicho, no lo ha perdido, ya que cuenta en ese órgano de dirección con los mismos puestos, cinco, obtenidos en el congreso federal anterior (si en la Ejecutiva saliente había seis era a causa de la posterior incorporación de la burgalesa Esther Peña como portavoz federal del partido). El gran revés para Tudanca viene dado por el hecho de que su mayor detractor y adversario, el secretario del PSOE leonés, Javier Cendón, muy próximo al expresidente Zapatero, ha entrado, y no como mero vocal, en la nueva Ejecutiva, donde se ha hecho cargo de la secretaria de Ciencia e Innovación.
Pero no solo eso: la número dos en la ejecutiva socialista leonesa, la procuradora Nuria Rubio, a la que Tudanca expulsó de muy mala manera de la dirección del grupo parlamentario de las Cortes, ha pasado a formar parte del nuevo Comité Federal. Y todavía más: también se ha incorporado a dicho órgano la procuradora vallisoletana y portavoz adjunta del grupo parlamentario, Patricia Gómez, quien si no corrió en su día la misma suerte que su compañera leonesa, fue porque Tudanca se lo pensó mejor ante la provocación que ello hubiera supuesto a Óscar Puente, que, además de ministro, no se olvide que es el secretario provincial del PSOE de Valladolid.
Así las cosas, si, como parece, Tudanca ha recuperado la sensatez y de paso quiere preservar su futuro político (a sus 46 años, su curriculum laboral fuera de la política cabe en un cuarto de folio), lo suyo es que, después de diez años, diez, en la secretaría autonómica del partido, se eche a un lado y deje vía libre a un candidato, a ser posible de consenso, que afronte la renovación que pide a gritos el PSOE de Castilla y León. Pese a la patochada del "papamóvil", el alcalde de Soria, Carlos Martínez, sigue perfilándose como el candidato preferido por Ferraz, y de hecho, aunque tampoco ha desvelado sus intenciones, en Sevilla ha anunciado la apertura de un diálogo con los socialistas de las demás provincias para analizar la situación del partido en la comunidad "sea conmigo o sin mí" (sic).
Cambiando de trinchera, no sé cual de las mentes privilegiadas con despacho en la sede de la calle Génova pensó en la ciudad de Valladolid para celebrar la Convención Intermunicipal del PP ideada para contraprogramar el 41 Congreso federal del PSOE. Pero lo cierto es que el PP de Castilla y León no está en condiciones de presumir mucho de gestión municipal.
Tras las elecciones locales de 2023, el PP gobierna en cuatro de las nueve capitales de provincia y únicamente en una de de ellas, Salamanca, lo hace con mayoría absoluta. En Valladolid sigue gobernando en alianza con Vox, mientras en Burgos, dinamitado el pacto con la ultraderecha, se ha quedado en minoría, como lo está en Segovia desde el principio del actual mandato municipal.
Pero, más allá de la correlación de fuerzas en cada ayuntamiento, salvo en Salamanca, donde Carlos García Carballo administra su mayoría con cordura, sin estridencias ni tensiones innecesarias, la gestión de los otros tres alcaldes está resultando de una mediocridad y torpeza más que notables. Jesús Julio Carnero, quien compatibiliza la alcaldía con un escaño en el Senado (y así le va, no a él, sino al ayuntamiento), no consigue zafarse de la sombra de Óscar Puente, y viene acumulando reveses de consideración, tal como fue el de la espantada del escultor Jaume Plensa, que dejó colgado y muy tocado su proyecto de relumbrón en el puente de Poniente, o el reciente revolcón judicial del TSJ a la eliminación de carriles bici y carriles bus. Reveses externos y dislates propios, como el de obcecarse en dedicar una plaza a Javier León de la Riva, el exalcalde del PP condenado a una pena de inhabilitación por un delito de desobediencia a la Justicia, y ello, para mayor inri, en un barrio que tiene dedicada una calle a Adolfo Suárez, cuya memoria se verá con ello innecesariamente mancillada.
Otro edil del PP carente de cualquier proyecto de ciudad, más allá de volcarse con el turismo a costa de la gentrificación y de la conversión del casco histórico en un monumental decorado, amén de favorecer la especulación inmobiliaria, es el alcalde de Segovia, José Mazarías. Después de que en Génova le echarán para atrás un pacto ya firmado con Vox, el alcalde de Segovia gobierna a trancas y barrancas y gracias al apoyo sospechosamente puntual de la única concejala superviviente del naufragio de Ciudadanos.
La última ocurrencia de Mazarías en apoyo del turismo ha sido la de realizar un llamamiento público para que los segovianos no den limosna a los mendigos, asegurando que son objeto de explotación por parte de una mafia, acusación que no consta que haya sido denunciada por el equipo de gobierno municipal ante el Juzgado, la Fiscalía o la Comisaría de la Policía...
Y de la peripecia de la alcaldesa de Burgos, Cristina Ayala, obligada a recular en su aceptación a la discriminación xenófoba impuesta por Vox contra las ONGs que trabajan por la integración social de los inmigrantes, poco queda por decir. Pese a no haber sido en su momento la candidata más votada -tampoco lo fue Carnero-, Ayala ha pasado a gobernar en minoría y bajo la vigilancia de Vox, que dice que no va a consentir que ahora gire hacia la izquierda...
A todo esto, a la misma hora en que Alberto Núñez Feijóo se deshacía en elogios hacía la gestión del gobierno de "Fonsi" Mañueco en materia de Educación, Dependencia y Sanidad, 15.000 personas recorrían las calles de Ponferrada en una multitudinaria "marea blanca" clamando por una mejor asistencia sanitaria en El Bierzo, cuyo hospital comarcal viene arrastrando insuficiencias que en el caso del servicio de Oncología han afectado gravemente a los enfermos de cáncer. Ni que decir tiene que en la manifestación no estuvo presente -tampoco es que se le esperara- el alcalde de Ponferrada, Marco Morala, otro edil del PP que tampoco está destacando precisamente por su buen hacer.
Por el contrario, sí acudió a la cita el flamante eurodiputado y exportavoz del grupo popular en las Cortes, Raúl de la Hoz, el "guapo de discoteca" (Por Ávila dixit), sobre el que algunos han descubierto ahora algo que era de dominio público: durante nueve años, nueve, ha estado compatibilizando su "dedicación exclusiva" en el mausoleo de Villa del Prado (cerca de 100.000 euracos anuales del ala) con otros ingresos complementarios por el ejercicio de la abogacía compartiendo despacho primero con el que fuera vicepresidente de la Junta, Tomás Villanueva, y después con sus herederos.
(Por cierto: ha pasado más de una semana desde que se le preguntara por el asunto y el portavoz del grupo mixto y procurador de Podemos, Pablo Fernández, parece que no ha dispuesto de los cinco minutos necesarios para autorizar por escrito que su declaración de Bienes y Actividades pueda ser consultada en la página web de las Cortes.
Sigo confiando en que no tarde mucho más en disponer de ese hueco en su apretada carga de trabajo, y si no, habrá que seguir recordándoselo. Y hablando del partido de "Viriato" Fernández, es de resaltar la digna reacción de la diputada salmantina del PP María Jesús Moro, quién desde la tribuna del Congreso no dudó en solidarizarse con Martina Velarde, la diputada de Podemos a la que un energúmeno de Vox, Pedro Fernández, se dirigió desde la bancada ultraderechista al grito de "tómate la pastilla".
No todos los diputados y diputadas del PP son iguales. Verbigracia, es impensable una reacción como la de Moro por parte de la leonesa Ester Muñoz, conocida por sus exabruptos, ahora en el Congreso y antes en el Senado).
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